Quinquela Martín, el carbonero que se convirtió en emblema de La Boca

El legado del artista sigue vivo más allá de sus pinturas. Su costado solidario. La fundación que dirigen sus familiares y el objetivo de ayudar.

 

Si hay una obra que se reconoce a simple viste es la de Benito Quinquela Martín. El pintor, cuya obra se inspira en La Boca, tiene un costado menos conocido: su misión solidaria, que está íntimamente relacionada con sus orígenes. En la actualidad, la fundación que lleva su nombre y es administrada por sus sucesores, se encarga de recordar ambas cuestiones y de crear la marca Quinquela que se traslada desde una línea de vinos hasta hojas.

Marzo es el mes donde se celebra la vida y obra de Quinquela, ya que es el mes de su -presunto- natalicio. Es que la fecha del 1° de marzo de 1890 fue la estimación de las Hermanas de la Caridad, de la Casa de Niños Expósitos, del barrio de Barracas al Norte, donde fue abandonado el 20 de marzo de ese año.

 

Benito Quinquela Martín. El pintor, cuya obra se inspira en La Boca

 

El 18 de noviembre 1897 es adoptado por un matrimonio de clase humilde, conformado por Manuel Chinchella, italiano, de Génova, y Justina Molina, entrerriana, de Gualeguaychú -de ascendencia indígena-, quienes tienen una carbonería en la calle Irala, en el barrio de La Boca. Manuel, hombre fornido, trabaja asimismo descargando carbón en el puerto.

Quinquela ingresa en el año 1898 a la Escuela Primaria N° 4, en la calle Australia 145, a pocas cuadras de su hogar, pero debe abandonarla tras haber cursado sólo tres años, debido a la situación económica de sus padres; Benito debía ayudarlos en la atención de la carbonería y en el reparto de carbón a domicilio. Utiliza sus ratos libres para dibujar utilizando el carbón del negocio de sus padres.

 

La fundación

“La institución surge de la necesidad de la familia de Benito Quinquela Martín, de mantener viva su obra pictórica y, más aún, de poner en valor su obra social y solidaria”, dijo a MDZ Silvina Gregorovich sobrina nieta de Quinquela y a cargo de la fundación. “La Boca no solo fue su inspiración sino también su refugio y su obra más mentada. Dedicó su vida y su arte a la tarea social de ayudar a los que menos tenían y, tal como le sucedió a él, quiso que otros fueran también ‘adoptados’ en manos de alguien que les diera una vida más digna”, agregó.

 

Benito Quinquela Martín

 

La Fundación pretende trabajar en forma conjunta con otras organizaciones no gubernamentales, autoridades locales y nacionales, organizaciones barriales y todo aquel que quiera sumarse, a fin de dar continuidad a la obra artística y solidaria más representativa de nuestro país.

“El objetivo es la difusión de la obra pictórica de Benito y la ayuda social. Lo primero tiene que ver con lo que la gente conoce de Quinquela, lo que uno puede ver cuando va al museo, en libros de arte o en recorridos donde hay colecciones. Lo cierto es que a nosotros nos interesa la ayuda social, que es lo que tratamos de hacer desde la Fundación, y la difusión de la vida, que es muy significativa, por su altruismo y filantropía, dos características de él, que ameritan tanta difusión como su obra”, dijo Gregorovich a este medio.

 

Benito Quinquela Martín

 

En 1905, Quinquela comienza a trabajar en la Ribera boquense, por ese entonces primer puerto carbonero del país, como peón de descarga junto a su padre adoptivo. Ese paisaje ribereño pleno de escenas de esforzados trabajadores, barcos y botes, conventillos precarios de madera y zinc; el sol, la bruma, las calles empedradas, los carros, los galpones, los aserraderos, fueron clave luego en su obra.

Alrededor del año 1906, toma por un breve período lecciones de dibujo y perspectiva en la casa-taller del ebanista italiano Arturo Casaburi. Hacia 1907 ingresa en la Sociedad Unión de La Boca, dentro de la cual funciona la Academia Musical Pezzini – Stiattesi, donde dos veces por semana toma clases de dibujo y pintura dictadas por Alfredo Lazzari, y desde entonces no paró de pintar.

Lazos

“La fundación y la familia son prácticamente lo mismo, porque los integrantes somos sus familiares. La gente que trabaja acá es amante de la obra y de la vida de Quinquela. El legado se mantiene vivo a través de las acciones que llevamos adelante, dando a conocer muchas cosas que él realizó y que no se conocen, que son más trascendentes que la cuestión pictórica, sin perjuicio de que su arte es único en el mundo y reconocible a simple vista, por su particularidad y estilo”, mencionó la sobrina nieta del pintor.

En ese marco, realizan numerosas acciones solidarias, como donaciones o colectas, muchas veces en acuerdos con empresas. Además, por supuesto, participan en distintos ciclos de arte para llevar la obra pictórica de Quinquela.

 

Benito Quinquela Martín

 

“Nos costó mucho el trabajo social, conseguir fondos para sostener el emprendimiento. Una de las formas fue la explotación de Quinquela como marca comercial”, expresó Gregorovich. La idea surgió en la pandemia y de las múltiples negociaciones abiertas ya hay dos que se plasmaron.

Una de ellas es la línea de hojas y cuadernos de arte de Ledesma, que llevan el nombre del pintor. La segunda es la trilogía de vinos blend creados en conjunto con la bodega riojana Valle de la Puerta. “Todo lo que rodea a Quinquela tiene una gran cuota de pasión. En Valle de la Puerta también hay pasión por lo que hacen, rápidamente captaron esta cosa de espátula cargada, de la misma forma en que Benito plasmaba ese arte y personalidad en sus cuadros. Así concibieron la colección Quinquela de vinos. Fue difícil tener la etiqueta, fue un trabajo complejo”, señaló la cabeza de la fundación.

 

Silvina Gregorovich es la sobrina nieta de Quinquela y a cargo de la fundación.

 

La colección se compone de un vino asociado a una puntura: blend Malbec/Syrah “Veleros Reunidos”, Malbec/Bonarda, plasmado en la obra “A Pleno Sol”; y del Malbec/Cabernet de la obra “Motivo de Puerto”.

 

Museo

En 1933 Benito Quinquela Martín donó al Estado un terreno de su propiedad con el objeto de construir un edificio destinado a una escuela primaria, un Museo de Artistas Argentinos y un espacio para vivienda y taller del artista. El 19 de julio de 1936, se inauguró la Escuela Pedro de Mendoza conjugando arte y pedagogía en procura del mejoramiento de las capacidades perceptivas y de aprendizaje de los niños. Quinquela Martín realizó dieciocho murales en el interior del edificio.

Dos años más tarde abrió sus puertas en el mismo edificio el Museo de Artistas Argentinos. En el tercer piso se encuentra actualmente la Casa – Museo de Benito Quinquela Martín, donde se exhiben sus grandes obras y objetos personales.

 

Fuente:  mdzol.com