Ante las dificultades para poder donar y crear el Museo – Escuela de Bellas Artes de la Boca, debido a la oposición de otros artistas de la época, Quinquela dijo: …”La lucha fue brava. Pero a mi juego me llamaron. En otras luchas más bravas me había visto, empezando por aquellas batallas campales de la calle Patricios, que se libraban a cascotazo limpio entre los pibes de La Boca y Barracas, y en las que yo luchaba mano a mano junto a los mellizos García, que eran dos malevos de raza y categoría. Y tuve que vivir después , sin miedo y sin alarde entre los punguistas y asaltantes de la Isla Maciel, que dirimían sus cuestiones a punta de cuchillo. Y tuve que alternar también con los obreros del puerto, que tenían brazo fuerte y mano larga. Y sobre todo, me había visto obligado a luchar desde niño con la pobreza, con el trabajo y con la vida. Toda mi existencia había sido una lucha continuada, y después de tan largo entrenamiento no iba a salir achicándome ante dos rivales de academia y guante blanco que se cruzaban en mi camino para interceptarme el paso.”