«Lo fácil, para mí, era inspirarme en lo que me rodeaba…»
«Lo fácil, para mí, era inspirarme en lo que me rodeaba…»
“Entre mis lecturas literarias y comunistas de la época tropecé con un libro de arte, “El Arte” de Rodin, …El descubrimiento de ese libro aclaró mis experiencias personales sobre la facilidad y la dificultad en el arte…allí decía que “el arte es fácil”…este concepto estético de Rodin cayó en terreno abonado y terminó por decidirme a tomar el camino más fácil. Lo fácil, para mí, era inspirarme en lo que me rodeaba. La Boca estaba allí brindándome un panorama preñado de temas, de paisajes, de tipos, de motivos localistas y profundas sugestiones. La Vuelta de Rocha era ya por sí misma una obra de arte, un cuadro natural y magnífico, siempre igual y siempre diferente. Cada hora del día daba una tonalidad distinta…”
«La lucha fue brava. Pero a mi juego me llamaron.»
Ante las dificultades para poder donar y crear el Museo – Escuela de Bellas Artes de la Boca, debido a la oposición de otros artistas de la época, Quinquela dijo: …”La lucha fue brava. Pero a mi juego me llamaron. En otras luchas más bravas me había visto, empezando por aquellas batallas campales de la calle Patricios, que se libraban a cascotazo limpio entre los pibes de La Boca y Barracas, y en las que yo luchaba mano a mano junto a los mellizos García, que eran dos malevos de raza y categoría. Y tuve que vivir después , sin miedo y sin alarde entre los punguistas y asaltantes de la Isla Maciel, que dirimían sus cuestiones a punta de cuchillo. Y tuve que alternar también con los obreros del puerto, que tenían brazo fuerte y mano larga. Y sobre todo, me había visto obligado a luchar desde niño con la pobreza, con el trabajo y con la vida. Toda mi existencia había sido una lucha continuada, y después de tan largo entrenamiento no iba a salir achicándome ante dos rivales de academia y guante blanco que se cruzaban en mi camino para interceptarme el paso.”
«como los barcos que tantas veces descargué antes de trasladarlos a mis telas pintadas»
“Le devolví a mi Barrio buena parte de lo que él me hizo ganar con mi arte…Los dos, los siento como fundidos dentro y fuera de mi mismo. De tal modo van unidos a mi vida, que me parece que estoy metido en mis cuadros y marrado a los muelles de la Boca, como los barcos que tantas veces descargue antes de trasladarlos a mis telas pintadas, a mis decoraciones murales a mis cerámicas y grabados. Más amarrado aún que los barcos, que vienen y se van, a veces para no volver. Yo, en cambio volví siempre al punto de partida. Y cada vez que partí, llevé conmigo la imagen de mi barrio que fui mostrando y dejando en las ciudades del mundo. Fui así como viajero que viajara con su barrio a cuestas. O como esos árboles trasplantados que sólo dan frutos si llevan adherida a sus raíces la tierra en que nacieron y crecieron.”
«conquisté su estimación por mi voluntad, mi agilidad en el trabajo»
“Me fui vinculando en el ambiente obrero de La Boca. Yo era un obrero de tantos y lo que menos soñaba yo entonces era con ser artista. Dibujar, sí que hacia tiempo que dibujaba. Pero aquellos garabatos de un muchacho carbonero, que ignoraba por completo las más elementales reglas del dibujo, poco o nada tenían que ver con el arte. Eran dibujos toscos, intuitivos, rudimentarios, que no me atrevía a hacer ni a exhibir en público, no tanto porque fueran malos como porque me “cachaban” mis amigos y compañeros del puerto. En cambio, me conquisté su estimación por mi voluntad mi agilidad en el trabajo. Aunque flaco y de apariencia insignificante, era ágil y resistente. Me colgaron el alias de el “Mosquito”, acaso porque picaba fuerte a la hora de meter el hombro”